Miguel Jiménez CAJ
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viernes, 16 de septiembre de 2011
jueves, 15 de septiembre de 2011
Ramón Roto: “no soy mimo, soy sordomudo”
Ramón es sordo de nacimiento y quiere prohibir a toda costa la presencia de mimos en las calles. Si esto no puede ser, pide que al menos les obliguen a vestir otro tipo de ropa. A él le encantan las rayas y suele llevar boinas por lo que, al usar el lenguaje de signos, suelen confundirle con uno de estos artistas callejeros. La situación le parece denigrante para el colectivo de sordomudos, por lo que espera que alguien le escuche.
La entrevista de hoy será cosa de tres. Y no porque sean dos los entrevistados, sino porque Ramón Roto, protagonista del encuentro, es sordomundo y será necesario recurrir a una intérprete. Eso no amedrenta a Ramón que, al vernos llegar, nos estrecha la mano con fuerza y nos ofrece asiento. Al instante empieza a hablar, moviendo las manos y poniendo caras. Es sordo de nacimiento, aunque nadie supo que lo era hasta que cumplió los ocho años porque aprendió a leer los labios. ¿Su cruzada? Quiere prohibir la presencia de mimos en las calles o, al menos, que les obliguen a vestir otro tipo de ropa. A él le encantan las rayas y suele llevar boinas por lo que, al usar el lenguaje de signos, suelen confundirle con uno de estos artistas callejeros. La situación le parece denigrante para el colectivo de sordomudos, por lo que espera que alguien le escuche. Es Alicia, la intérprete pelirroja que me acompaña, la que se dirige al camarero por los dos. “Yo tomaré las perdices encebolladas y él también”. Ramón parece protestar e, incluso, pellizca a Alicia en el brazo. “Él quería las berenjenas, pero es que yo es verlas y me dan arcadas”, se excusa. “Ya verás qué buenas las perdices, Ramón” dice en voz alta mientras gesticula. Ramón la mira a los ojos y no dice nada, aunque no parece contento y se cruza de brazos frunciendo el ceño. Un señor mayor le tira una moneda y grita: “¡Artista!”
La sordera no es cosa de ji ji, ja ja
Ramón Roto hace gala de la tradicional simpatía discreta de los sordos. Cuando se le indica que, para evitar que le continúen confundiendo con un mimo, debería dejar de vestir camisetas a rayas, responde con un puñetazo sobre la mesa. “Eso es una discriminación para los sordos. Es indignante que, por ser sordo, uno no pueda vestir como quiera. Bastante tenemos con lo que tenemos. Estoy orgulloso de ser sordo”. Cuando le pregunto por la cara pintada de blanco dice algo sobre pieles delicadas y protector solar y siente una oportuna necesidad de ir al baño. Por el camino, un par de niños le siguen hasta la puerta, riéndose y dando palmas.Al volver, prosigue con su tema. “He fundado ‘Sordos contra Mimos’, una asociación para presionar a las autoridades” dice tendiéndome una tarjeta. “Los días de viento la gente me aplaude, así que ni siquiera salgo de casa, es muy injusto”. Le digo que cualquiera que vistiera así sería confundido con un mimo, aunque no fuese sordo. “Pero podrían aclarar la situación con un par de frases, si yo intento explicarme es peor, se ríen o me piden que haga el número del cristal. Una vez, en el aeropuerto, no sólo nadie me ayudó a mover mi increíblemente pesada maleta, sino que hicieron corro alrededor mío”.
Ramón mueve los brazos con rápidos aspavientos. El camarero, confundido, le trae otro café, que naturalmente no ha pedido. “Dice que le han echado de hospitales, que una vez le sacaron a rastras de un centro comercial porque no querían espectáculos callejeros en su recinto…” traduce Alicia mientras Ramón explica su drama en silencio. El camarero trae la cuenta sin que nadie la haya solicitado, al menos conscientemente. Pone la bandejita delante de Ramón, que me mira esperando una reacción. Se supone que la factura corre a cuenta del diario pero, por una vez, haremos oídos sordos.
El galeón hundido
- Dos perdices encebolladas.- Entrecot a la pimienta.
- Pastelitos de la casa.
- Una botella de vino.
- Un té con leche.
- Dos cafés.
Total: 57 euros.
George Lucas dobla las películas de Star Wars al andaluz
Se editarán con el nombre de "El malaje del director"
Lucas, que no quiere molestarse en discutir si una versión andaluza de sus películas está justificada, cree que el nuevo doblaje ofrecerá nuevas lecturas y hará las películas más cercanas a otros públicos, “concretamente a la gente de Utrera”. Luego rompe en carcajadas y enumera: “Olé, siesta, mi muhé, quillo”, palabras que no deja de usar al final de cada frase, como signos de puntuación. Y que, según afirma, ha puesto al final de cada línea de diálogo “porque así es como se hace en Andalucía”.
La nueva versión de las películas -que arrancan con el texto “En una Galaxia muy, muy lejana situada en Andalucía donde todos son andaluces…”- contendrá frases como “siento una perturbación en la feria”, “su carencia de duende me resulta molesta”, “que la grasia te acompañe” o “Luke, soy tu pare”.
Protestas de fans y andaluces
El Defensor del Pueblo Andaluz ha enviado un comunicado a los medios protestando por la imagen que se ofrece de los andaluces en la película: “Utilizan las expresiones más tópicas y apenas imitan bien el acento, convirtiendo la trilogía en un tablao flamenco como si las personas con acento andaluz no pudieran protagonizar una saga épica sin convertirla en una jarana sin sentido”. Y lamenta que el doblaje no se haya hecho utilizando a andaluces sino a actores mejicanos que imitan el acento “de una manera ramplona”.
No solo los andaluces se quejan de quedar como “graciosos y pandereteros” sino que entre los catalanes tampoco está gustando esta nueva versión. El hecho de que C3PO sea catalán y se pase la película diciendo “Anda R2-D2, ya podrías invitarte a una Coca-Cola” y “Hablo seis millones de idiomas pero solo me viene de gusto hablar en català” ha motivado que los catalanes protesten por quedar retratados como “tacaños y robots”.
Aunque hace dos semanas que las nuevas versiones pueden encontrarse en Blu-Ray, George Lucas ha querido estrenarlas en un evento especial en Utrera el próximo sábado, donde ya están llegando fanáticos de todo el mundo. “Entre el traje, el viaje, la entrada y la estancia me he gastado unos 5000 euros, pero vengo a ver las películas desde la ironía para luego poder criticarlo en Internet”, explica un fan. “En cuanto George Lucas lea los comentarios mordaces que pienso hacer en mi blog personal se echará a llorar. Tengo 150 visitas diarias, así que yo de él estaría cagadito de miedo”, insiste.
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